sábado, 2 de febrero de 2013

PARA EL APRECIADO SR. A... DESDE UNA ESTRELLA A OTRA ESTRELLA


Ayer, mi marido, llamó por teléfono al Sr A.
El Sr A, es quien nos ha traído durante casi seis años el gasóleo para la calefacción a casa.

Cuando llegó del trabajo, me comentó que no había podido contactar con él, porque su móvil estaba apagado, por la tarde, volvió a intentarlo, y al otro lado le respondió una voz desconocida con la que le escuché conversar brevemente.

Después, se acercó a la cocina, donde yo trajinaba, y me explico con cara de perplejidad y pena que el Sr A había muerto en un accidente hacía ya varias semanas.

Los dos guardamos silencio, no podías decir nada, lo único que me pasaba por la cabeza eran preguntas como - ¿cómo podía haber pasado?, ¿un hombre tan joven?, ¿tan vital?, ¿tan amable?, ¿tan terrenal?...
Al cabo de unos minutos, mi marido me dijo - ¿te das cuenta de lo importante que es vivir con intensidad cada momento?, todos estamos incluidos en un bombo del que no paran de salir bolas.

Nuestra relación con el Sr A, no podía definirse de amistad, sino de pequeños instantes de buena sintonía. Se pasaba por casa aproximadamente una vez cada dos meses, y desde el primer día saltó de su camión con una sonrisa dibujada y un jovial buenos días. Durante algunos minutos hablábamos del tiempo, de las reformas que habíamos hecho en casa, de su relación con sus vecinos con los que hacía barbacoas los fines de semana, de lo difícil que se está poniendo la vida, de la Navidad, de Semana Santa, de las Vacaciones… y siempre, antes de irse, aprovechaba para pedir a mi marido y a mi que saludáramos de su parte al que de los dos ese día faltara.

Entonces, me acordé de las dos últimas veces que estuvo por aquí, cuando pedí a mi marido que me excusara y le saludara por mí, porque andaba demasiado ocupada con que sabe que tontería que en esos momentos debía parecerme muy importante...

Cuando muere alguien al que no ves con frecuencia, una de las primeras cosas que intentas hacer es acordarte perfectamente de sus rasgos, de sus expresiones, de su voz, para rememorar con nitidez los últimos episodios que has protagonizado con él o ella.  Hoy me encuentro intentando dibujar con precisión su cara en mi memoria, pero tengo la impresión de que desaproveché dos valiosas oportunidades para trazar el mejor dibujo de su persona.

Ayer recordé el cuento que más veces he leído en mi vida, se trata de “El Principito” de Antoine De Saint-Exupéry y os contaré el motivo.

El principito era un hombrecito de cabellos rizados y rubios e intensos ojos claros con quien un día se encontró en el desierto un piloto cuyo avión se había averiado.

El joven principito, le explicó que era el habitante único de una pequeñísima estrella donde vivía feliz y en armonía junto con una frágil rosa.
Sin embargo, un día el principito sintió una gran melancolía fruto de la necesidad de conocer  más sobre las personas mayores que habitaban en las estrellas vecinas, ya que tenía muchas preguntas para las que necesitaba respuesta.

Viajó por muchas estrellas a cuyos habitantes tuvo la oportunidad de interrogar y todos ellos respondieron a sus cuestiones, de una manera u otra,  según su forma de concebir la vida,  porque de todos es sabido que el principito jamás olvidaba una pregunta una vez que ya la había formulado y no se marchaba a otra parte sin obtener respuesta.

Tras conversar con muchas personas, el pequeño hombrecito se dio cuenta de que no entendía la forma de ser de las personas mayores, en ocasiones superficial, intransigente, dominante, con tendencia al olvido o a vagar sin rumbo fijo.

Su último destino fue el planeta tierra y sus conclusiones fueron muy similares a las obtenidas en las anteriores estrellas, la falta  de los hombres residía en que aun disponiendo de tanto espacio se habían olvidado de que la belleza se encuentra en aquello que no se aprecia a simple vista y la felicidad en las pequeñas cosas del día a día.

Un año después de su partida, el principito decidió que había llegado la hora de regresar a su estrella, y así se lo manifestó a su recién estrenado amigo. Echaba de menos a su bella rosa y todo lo que su pequeño reino encerraba en su interior.
Así que no dudó en establecer un pacto con una serpiente para que en el lugar y fecha indicado trasmitiera su veneno produciéndole una transitoria muerte que le llevaría hasta su destino.


Antes de marcharse definitivamente, el Principito consoló a su apenado amigo con estas palabras...

    •      Por la noche mirarás las estrellas. No te puedo mostrar dónde se encuentra la mía, porque mi casa es muy pequeña. Será mejor así. Mi estrella será para ti una de las estrellas. Entonces te agradará mirarlas todas… todas serán tus amigas.
      
    •      Cuando mires al cielo por la noche, yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas.
      
    •      Y cuando te hayas consolado, estarás contento de haberme conocido, serás siempre mi amigo. Tendrás  deseos de réir conmigo…


Y con estas delicadas palabras, se fue el principito…


Tras recordarlas, me di cuenta de que ¡aun existía una oportunidad de despedirme de mi apreciado Sr. A!

¿Sabéis lo que decidí hacer? ¿sabéis lo que haré?

Ayer por la noche y algunas noches más… miraré a las estrellas y me descubriré sonriendo porque desde alguna de ellas el Sr. A sonríe de nuevo, como ha hecho siempre, y entonces gritaré al universo - ¡Hasta Siempre! ¡Te echaremos de menos! ¡Encantada de haberte conocido! ¡qué seas Feliz! ¡no nos olvides! que nosotros no te olvidaremos!, hasta siempre, SR.A

2 comentarios:

  1. Una historia preciosa, no se cómo lo consigues, pero yo sin conocer a ninguno de los tres, me ha llegado al corazón , una historia entrañable y contada de una manera tan delicada y linda, que hace que parezca menos trágica . Gracias x compartirlo, yo ya lo he compartido también para que llegue a mis personas más cercanas. :))

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    1. Gracias por tus palabras Angela, no se sí este post procedía en este blog teniendo en cuenta su temática y además me prometí a mi misma mostrar sólo cosas bonitas. Pero creo los sentimientos mandan, y si una tiene el impulso de dedicar algunas palabras a alguien que iba por la vida despertando sonrisas, pues no se puede decir otra cosa más que esto.
      Un bs
      Palmira

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