Adoro las cocinas que acusan el paso del tiempo... una tabla de cortar llena de muescas, un montón de libros de recetas con las páginas marcadas, muchas de ellas escritas a mano y con las hojas manchadas, las puntas de los tenedores de madera oscurecidas, los utensilios fundamentales a la vista y siempre a mano...
Procuro organizarme para que nunca falte el ingrediente que aporta ese toque especial a las comidas. En una cocina donde se cocina, no pueden faltar: Semillas de Sésamo, Azafrán, Cebollino, Cayena, Jengibre, Diferentes tipos de pimienta, Especias frescas, Vinagre y Aceites aromatizados...
Tenemos una norma, y es nunca compramos aquello que no necesitamos y que acabaremos abandonando a su suerte en un cajón. Por eso, cuando pusimos en marcha nuestro particular rincón gastronómico, lejos de adquirir el lote estandarizado, nos dimos nuestro tiempo para descubrir qué tipo de cocina se iba a adaptar a nuestro paladar y a nuestras necesidades y fuimos comprando cada objeto con mucho esmero, permitiéndonos descubrir y disfrutar de cada adquisición a sabiendas del gran valor que nos aportaba. Los hábitos culinarios en cada casa son muy variados y la paciencia es un grado.
Cuando se cocina algo, aunque sea lo más sencillo, es importante sentirnos a gusto en nuestro espacio, de la misma manera que necesitamos un buen colchón para descansar, para sentirme bien en mi cocina siempre debe de haber alguna planta natural, un mantel vintage con un estampado suave, una pizarra para anotar desde una lista de la compra hasta un improvisado mensaje, un delantal y cortinas claras en las ventanas, preferiblemente en color blanco.
Ultimamente, cubiertas las necesidades básicas nos permitimos algún que otro capricho al que por supuesto no dejaremos de sacar partido, ¡que ganas tenía de hacerme con una balanza como esta!
¡QUE TENGÁIS UN FELIZ SÁBADO!
Fotografías: Cosas de Palmichula
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