Por lo que se ve, al fin hemos ganado el pulso a la lluvia que ha decidido retirarse, y el calor, ha venido a quedarse, paradójicamente para refrescar nuestras vidas.
Es hora de darse un respiro, pero esta vez al aire libre, disfrutando de la agradable sensación que proporciona el mirar hacia arriba y quedarse muy quieta, sintiendo como el sol calienta el rostro y la piel descubierta.
La primavera, al igual que el otoño, son etapas de transición y traen consigo cambios que nos sacan a empujones de nuestra rutina, pero que forman parte del discurrir natural de una vida.
Parece que hace un día bueno, que de repente se nubla y algunas gotas de lluvia nos sorprenden empapando repentinamente nuestro vestido de primavera, vulnerables y ateridos, unos antes y otros después, decidimos correr en busca de un techo que nos ofrezca cobijo.
Cuando menos los esperamos las nubes, se apartan, para dejarnos ver con claridad y con fuerzas renovadas el camino que nos aguarda.
El verano, deja atrás el recuerdo de nuestra ropa mojada, nos sentimos ligeros y con fuerzas para aprovechar los días buenos que el destino tenga a bien concedernos, a sabiendas que tarde o temprano tras la caída de algunas hojas llegará el crudo invierno y lucharemos, por plantarle cara protegiéndonos con una suave manta...
y cuando menos te lo esperas, de nuevo parece que hace un día bueno...
¡BUENAS NOCHES!
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